Ir a comer en Restaurante filipino es un auténtico viaje al pasado, a las tradiciones y la historia de una familia: uno de los agradables descubrimientos en Islas Eolias me dio.
El restaurante se encuentra a pocos pasos del Castillo de Lipari, en Piazza del Municipio: para darte la bienvenida habrá un porche de madera maciza blanca que en contraste con las sillas de hierro forjado lo matizaron de elegancia y refinamiento, manteniéndose firme en el limbo de la sencillez. Para recibirnos a un señor mayor de mirada vivaz y rostro coronado por el paso del tiempo: es Antonio, el dueño, testigo de la segunda generación de la familia.
Lo primero que me llama la atención en la mesa es el pan: cinco panes, cada uno con su propio color que varía según el tipo de harina que se utilice; Me atrajo la hogaza verde, así que tomé un trozo y lo probé: era pan de pistacho Bronte, una especialidad del restaurante.
Cenar en el restaurante Filippino fue un viaje de sabores, entre subidas y bajadas, entre lo moderno y lo antiguo y entre el mar y la montaña: sabores fuertes y combinaciones insólitas pero sin dejar de lado la tradición. Sin embargo, el pescado es el auténtico protagonista de la mesa que encontramos en cada plato.
Y entre un plato y otro el dueño nos cuenta la historia del restaurante que es también la historia de su familia: su padre Filippino montó el primer restaurante de la isla allá por 1910; las estrellas del neorrealismo se centraron en las Islas Eolias: era la década de 50, Rossellini estaba dividido entre los verdaderos Anna Magnani y la elegancia de Bergman y “Vulcano” y “Stromboli” se emitieron en los cines. La actividad turística creció inesperadamente a lo largo de los años y redefinieron las actividades de las 7 hermanas y la familia decidió abrir también otras estructuras. El restaurante que lleva el nombre del fundador Filippo es actualmente administrado no solo por el Sr. Antonio sino también por su sobrino, Antonio jr.
El costo de una cena promedio es de aprox. 30 euros: un precio asequible si se considera la calidad de los productos y la calidad del servicio. Y por si fuera poco, la impresionante vista desde la terraza te dejará satisfecho.